AMORES NO VIVIDOS

Hervé Joncour era un hombre que gozaba de cierta riqueza material. Se procuraba algunas comodidades que en las provincias de la Francia del siglo XIX, se tenían por lujos....

A pesar de que su padre lo imaginó como un valiente soldado, abrazando la milicia y con su pecho lleno de medallas, decidió ganarse la vida con una ocupación poco común: compraba y vendía gusanos de seda.

Joncour había pasado los treinta, tenía un pasar reposado, estaba casado felizmente y prefería "... asistir a su propia vida" y consideraba "... improcedente cualquier aspiración a vivirla". Lo haya aceptado racionalmente o no, este hombre vivía en una soledad absoluta, sin condiciones, ni reproches....

Hasta que un día..... 

En uno de sus viajes para comprar gusanos de seda....

conoció el amor...

A miles de kilómetros de su nido de seguridad y soledad incondicional...

Conoció el amor...

 

Y desde entonces, cada año, a meses de viaje de ida y meses de vuelta, ponía su vida en peligro para comprar gusanos de seda en el lejano Oriente. 

Para ver a su amada a la que nunca dio un beso, o tuvo en sus brazos...A la que jamás vio en el resplandor de la desnudez... 

En el que sería su último periplo a Oriente, ella había muerto. Nunca más viajó.

Y Joncour, apoderado de un infatigable dolor, 23 años después de su último viaje, murió recorriendo las hilanderías de seda, asistiendo a misa, cuidando su jardín, sin abandonar nunca más su casa y en medio de la serenidad y la buena salud, mirando en el reflejo del lago que contemplaba por horas, aquel leve e inexplicable espectáculo que fue su vida, preso de la nostalgia por algo que nunca vivió...

Esta bella historia de Alessando Baricco (Seda, 1997) la leí mientras esperaba un tren en la estación de Atocha, por la recomendación de un amor distante. Sobrecogido por la fuerza melodiosa de su prosa, una sentencia me invadió: 

Renuncio a Joncour,  renuncio a negarme la vida..!!

Pierce....